miércoles, 13 de febrero de 2013 0 comentarios By: Nais Nostreet

Silabario






Si hay un libro que me genere cosas positivas es el con el que aprendía a leer, me trae los recuerdos de mi niñez cuando aprendía con mi mamá, recuerdo la primera vez que leí el primer cuento que trae el Silabario en la parte final, el descubrir una historia, ver sus dibujos e imaginarme todo, mi primer acercamiento a la lectura, y por sobretodo recuerdo la canción El Tren, que amaba y que cantábamos en el colegio.

A mi me costó aprender a leer, mi primera profesora en la enseñanza básica no logró que aprendiera, luego llegó la Señorita Margarita, que sin dudas merece una entrada sólo para ella, era una Señora con todas sus letras, una verdadera Dama, con carácter integridad y humanidad única, una verdadera profesora. Ella nos hizo comprar el Silabario y con él aprendía a leer sin dificultad alguna.

Actualmente trabajo con Adultos Mayores en un Programa del Chile Solidario, tengo 3 señoras que no saben leer, antiguamente no todos iban al colegio y el asistir no era sinónimo de aprendizaje, bueno ahora tampoco, aunque es más díficil encontrarse con un niño que vaya al colegio y que no sepa leer, no tan difícil es encontrar uno que sabe leer pero que no entiende lo que leer. Una de estas señoras que no sabe, se siente muy avergonzada de no saber y es algo que le ha generado estrés toda su vida, es un secreto que muy pocos saben, ni siquiera sus nietos lo saben, la última vez que la fui a visitar la convencí y se comprometió a que tomaría la invitación d euna conocida que es profesora jubilada para enseñarle a leer, la tuve que convencer de esto porque tiene la idea de que a ella le cuesta mucho y cree que no lo logrará, y bueno una forma que se me ocurrió para seguir estimulándola fue comprale el silabario para regalárselo. Capaz y sienta la misma emoción que sentí yo al leer los cuentos que trae. En alguna otra entrada escanearé los cuentos.




jueves, 7 de febrero de 2013 0 comentarios By: Nais Nostreet

Instante En La Calle

Saliendo en calle Francia de una visita domiciliaria, en la vereda del frente camino a la dirección contraria  a la que iba yo una mujer de más menos mi edad me dice:

Desconocida: ¡Amiga!, cómo se dice: ¿el calor ó la calor?
Yo: El calor.
Desconocida: Bien, (con una sonrisa) te felicito por hablar bien.

Por unos insantes me sacó de la tristeza y pesedumbre, me alegró el existir, por un instante.

GRACIAS desconocida. 

La populars